Hay una idea general, y muy popularizada, de que la moda esclaviza; que aquello impuesto por la industria fashion -mujeres en apariencia perfectas (siempre delgadas, siempre a la moda, siempre bellas, siempre correctas con el aquí y ahora)- perjudica de forma notable a la ciudadana común que, atenta o no, está influenciada por las novedades del mundo de la moda (que los medios masivos de comunicación ayudan a proliferar) porque, lamentablemente para ellas mismas, no ven concordar su imagen con la impuesta. Sin embargo:
… Todo un mundo separa la moda de antes de la Alta Costura, con sus modelos uniformes, y la moda plural moderna de colecciones ampliamente diversificadas. La imposición estricta de un corte ha dejado paso a la seducción del mito de la individualidad, de la originalidad, de la metamorfosis personal, del sueño de acuerdo efímero entre el Yo último y la apariencia externa. La Alta Costura ha disciplinado o uniformizado menos la moda de lo que la ha individualizado (…) La Alta Costura, organización de tendencia individualista, se opone a la estandarización, a la uniformidad de la imagen, al mimetismo de masas, favorece y glorifica la expresión de las diferencias personales (Lipovetsky, 1987).